Manuel Cala Rodríguez es Presidente de GRAECO (Asociación Granadina para la Defensa y Fomento de la Agricultura y Ganadería Ecológica) y reconocido miembro de Salvemos la Vega, entre otras muchas militancias y compromisos.
(otragranada.org agradece a Manolo, amigo, esta inestimable colaboración).
El avance de la desertificación en España está alcanzando cifras cada vez más preocupantes. El Gobierno advierte de que el calentamiento global amenaza con que, en lo que queda de siglo, el 80% del suelo esté en peligro de desertificarse, y de que a este ritmo tres millones de hectáreas de las zonas húmedas pasarán a áridas al llegar a 2100. Es evidente que los ecosistemas más frágiles, con menos capacidad para adaptarse a los cambios previstos en la temperatura y la precipitación serán los más vulnerables frente a la degradación (Diario.es) .
La biodiversidad esencial para la producción de alimentos
De otra parte, la biodiversidad es crucial para la seguridad alimentaria y la nutrición (FAO) . Es necesaria para producir sosteniblemente suficientes alimentos nutritivos de cara a los desafíos a los que nos enfrentamos, tales como el cambio climático, el crecimiento poblacional y los cambios en la alimentación de las personas. En los ecosistemas agrícolas, el mantenimiento de la diversidad biológica es importante tanto para la producción de alimentos como para conservar los cimientos ecológicos necesarios para sostener la vida y los medios de subsistencia.
Para la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía (CAPMA) . “La conservación y el uso sostenible de la biodiversidad garantizan, en definitiva, la riqueza a largo plazo que va a permitir fijar empleo en el territorio, fundamentalmente en el ámbito rural. La puesta en valor de la biodiversidad unida a la autorregulación de actividades, y el uso responsable de los recursos vivos y ecosistemas en los que éstos se desenvuelven son fundamentales para el desarrollo de cualquier sociedad.
Es preocupante la desaparición de numerosos corredores ecológicos, refugio de flora y fauna
En todo ello también influye la preocupante desaparición de numerosos corredores ecológicos donde se refugiaba la flora y fauna que habitaba en estos bordes y linderos de fincas, desniveles de campos de labor, barrancos, vías pecuarias, arbolados y arbustos en caminos, bosquetes, ríos, arroyos, cauces, acequias, ribazos, charcas, zonas encharcables... y de manera general en las vegetaciones de márgenes, los setos y los sotos de ribera que atraviesan las diferentes áreas del territorio. Todos ellos mantenedores de innumerables procesos originariamente ligados a ciclos de la materia, flujos de la energía, biodiversidad y/o movimientos biológicos de diferente índole.
Quizás tampoco sea conveniente olvidar que estas estrechas franjas de terreno actúan como filtro para unas especies, de hábitats para otras, son fuentes de efectos ambientales y naturales a su alrededor, cuyo mantenimiento y recuperación a cualquier escala es esencial para el propio funcionamiento del planeta, como reiteradamente suele ponerse de manifiesto en los períodos de recurrentes sequías e inundaciones.
Esos márgenes llenos de vegetación, aunque son imprescindibles agroecosistemas, son menospreciados en el medio rural
De una u otra forma también somos conocedores, y por tanto en cierto grado partícipes, de la transformación que está soportando el entorno agrario en las últimas décadas, solo es necesario pasear por los campos y observarlos para comprobar que esa vegetación de márgenes son los pequeños, pero a la vez grandes, necesarios e imprescindibles agroecosistemas menospreciados del medio rural.
Ello, unido a la labor tenaz y desinteresada que colectivos y personas (algunas de ellas en edad escolar), vienen realizando para posibilitar su regeneración o nueva implantación, son los motivos que una vez más me han llevado a trasladarles, o en su caso recordarles, los indispensables beneficios que nos reportan estos elementos naturales, y también animar a esos pobres en medios materiales y recursos económicos pero ricos en voluntad y entrega, para que su esfuerzo no desemboque en desánimo y aún sigamos creyendo en la utopía, esa que nos empuja hacia el sendero de la ilusión, para no caer en la codicia de la desesperanza.
Aunque su origen es anterior a otras actividades y su recuperación bastante simple, las desarrolladas sobre ellos les están causando un estado de deterioro muy perjudicial y variado, pudiéndose agrupar al menos en tres grandes bloques: ocupación de terrenos para otros fines agresivos con el entorno, extracción desequilibrada de recursos, y las derivadas de actividades relacionadas con los “malos usos” y/o abusos del agua.
Hay múltiples razones para mantener esos espacios
Sin olvidar su importancia socio-económica, directa e indirecta, su mantenimiento responde a necesidades muy diversas, a diferentes usos de suelo y a múltiples motivos, entre los que se podrían señalar los de:
– Ejercer como cortaviento natural para la protección de cultivos.
– Mantener sistemas soportadores de vida.
– Ejercer de refugio para la flora y fauna.
– Actuar de desnivel entre campos de labor, terrazas,...y/o márgenes.
– Servir de soporte para la educación, tecnología, e investigación científica.
– Actuar de separador entre fincas y cultivos.
– Enriquecer el paisaje (muy demandado en la actualidad, especialmente por el agroturismo);
– Contribuir con consideraciones de tipo ético.
– Aportar valor estético, recreativo, deportivo y, en general, práctico (potencial terapéutico, potencial genético para especies cultivadas, control de la erosión,...)
En consecuencia, estos ecosistemas albergan unos valores naturales que les convierten en espacios de gran interés para propósitos de conservación. Es por ello que los objetivos de las nuevas plantaciones y otras actuaciones que se están realizando, y/o se realicen, responden a intereses ambientales, agrarios, …, y sociales, los cuales se traducen en beneficios económicos. Entre otras, por ejemplo las de dejar evolucionar de forma natural zonas fácilmente encharcables, preservar suelos rocosos, proteger sotos para limitar campos agrícolas de pulverizaciones de pesticidas, no cultivar suelos “improductivos”, respetar elementos naturales y culturales, crear “barbechos faunísticos”, implantar setos cortavientos, respetar cerramientos para el ganado, vigilar abusos efectuados sobre las propiedades públicas rurales, sellar vertederos incontrolados,... .
Cualquier organización o persona que reflexione puede observar efectos muy beneficiosos
Cualquier organización humanitaria y/o persona agricultora, ganadera, cazadora, jornalera, investigadora, o aquella relacionada con estos temas, que reflexione sobre ello, muy posiblemente advierta que estas ancestrales y ricas “utilidades ambientales” se traducen en beneficios de diversas índoles, gracias cuanto menos a efectos tales como:
– Frenar la erosión del suelo;
– Retener agua;
– Mantener el equilibrio ecológico;
– Beneficiar a la flora y fauna;
– Suavizar el rigor de los elementos climáticos en su zona de influencia (protegiendo de las heladas y de la insolación excesiva, manteniendo la humedad en el aire, en el suelo y a alrededor, disminuyendo la evapotranspiración, incrementando la producción de rocío,...);
– Encerrar un alto valor paisajístico y cultural;
– Frenar plagas en los cultivos;
– Servir de refugio para depredadores naturales (entre otros muchos determinados pájaros consumen gran cantidad de orugas y otros insectos; escarabajos y escolopendras que habitan bajo las piedras y entre la vegetación; rapaces nocturnos se alimentan con gran cantidad de ratones y topillos, a veces difíciles de erradicar de los cultivos, y un largo etc.);
– Minimizar la actividad de sustancias contaminantes del entorno rural;
– Hacer de cortavientos natural;
– Proteger la pérdida de suelo por erosión eólica e hídrica;
– Impedir la rotura o derribo de plantas, ramas o frutos;
– Facilitar la polinización;
– Conservar y aumentar los polinizadores en el entorno de los cultivos;
– Aumentar el rendimiento de las cosechas;
– Proteger los cultivos contra la limitación de crecimiento que impone el fuerte viento;
– Abrigar al ganado, protegiéndolo del azote de los fuertes vientos, lluvia, granizo, sol excesivo, etc.
– Proteger caminos, cultivos, viviendas y otras construcciones típicas del medio rural de las inclemencias meteorológicas;
– En zonas costeras, detienen los vientos cargados de salinidad, perjudicial para las cosechas.
– Aportar valores paisajísticos y culturales.
– ….. ;
– E incluso generar bienes directos, ya que la extensa variedad de flora y fauna que se origina puede producir una serie de bienes de uso habitual en el mundo rural nada despreciable, incluso desde el punto de vista económico, especialmente para personas desempleadas: plantas comestibles (espárragos, collejas, vinagreras, cardillos,...), frutos silvestres (higos, moras, chumbos, madroños, acerolas,...), setas, caracoles, plantas medicinales y aromáticas, leña, estacas, madera, caza (no hay que olvidar que estos ecosistemas ofrecen zonas de cría, alimentación y refugio a los animales), etc.
¿Cuánto les costará a nuestras generaciones venideras corregir las agresiones ambientales que les estamos dejando en herencia?
Parece obvio que la planificación global de un territorio, cuando se lleve a cabo conjuntamente entre varias personas agricultoras y ganaderas, pueden ayudar a resolver dificultades parciales que quizás aisladamente no podrían abordarse, así como permitir acometer soluciones más definitivas y ventajosas que las que pueda poner en marcha cada propietario por separado (BCH) . Al mismo tiempo, la unión para la solicitud de posibles ayudas ofrecería ventajas económicas sobre solicitudes individuales. Además, la planificación y ejecución conjuntas implicarían reducción de costes de tramitación, contratación de servicios, de maquinaría, etc.
¿Cuánto les costará a nuestras generaciones venideras corregir las agresiones ambientales que les estamos dejando en herencia? Quizá algún día nos demos cuenta de este despilfarro social, patrimonial, ambiental... y económico y nos animemos a conservar mejor nuestro entorno natural. Cada vez somos más numerosos quienes intentamos hacerlo.