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Concentración ante el ayuntamiento de Monachil contra la ampliación de la estación de esquí (DESCONVOCADA)

Una nueva agresión a la sierra y las aguas de Monachil

SE DESCONVOCA LA CONCENTRACIÓN ANTE EL AYUNTAMIENTO DE MONACHIL POR SUSPENSIÓN DEL PLENO MUNICIPAL.

UNA NUEVA AGRESIÓN A LA SIERRA Y LAS AGUAS DE MONACHIL

El próximo martes 9 de mayo está previsto que se celebre un pleno extraordinario en el Ayuntamiento de Monachil con un punto central en el orden de día: reconsiderar la construcción de un nuevo remonte para transporte de esquiadores, junto con una nueva línea de producción de nieve artificial, en la estación de esquí de Sierra Nevada.
Menos de un mes después de que este mismo proyecto fuera rechazado en pleno ordinario gracias a los votos en contra de Izquierda Unida, y pasadas apenas tres semanas desde que el mismísimo consejero delegado de Cetursa se personase en el Ayuntamiento a poner orden y cambiar pareceres, la empresa ha conseguido, mediante el pertinente recurso de reposición, impugnar la decisión que el Ayuntamiento había tomado, y revertir, gracias a las viejas artes de
la retórica y la persuasión, el resultado previsible de la votación definitiva.
Así las cosas, hay que volver a decirlo alto y claro: el proyecto que los representantes electos de Monachil se disponen a aprobar por vía de urgencia en el último pleno de la legislatura (un telesquí de 1’6 kilómetros de longitud desdoblado en dos tramos independientes con sus correspondientes estaciones de embarque y desembarque y un total de 19 torres intermedias, junto con un sistema de producción de nieve artificial que exigirá cientos de metros de zanjas
para tuberías de agua y aire comprimido y cables de suministro eléctrico y fibra óptica con que abastecer 12 arquetas a las que se conectará un número indeterminado de cañones de nieve) es una nueva agresión a la sierra y las aguas de Monachil. Y contra ella unos cuantos vecinos y vecinas del pueblo hemos decidido alzar la voz.

Lo peor no es el destrozo inmediato y evidente que esta obra va a causar en los delicados canchales, enebrales, sabinares y piornales sobre los que está previsto instalar el nuevo remonte, destrozo que los propios técnicos encargados de informar del proyecto, y de velar por la conservación de estos parajes protegidos por ley, califican de «severo» e «irreversible».

Lo peor no es el despilfarro de energía (más de 160.000 kilovatios hora anuales, o el equivalente al consumo eléctrico anual de 50 hogares promedio) y de agua (casi 3.897 metros cúbicos, o el equivalente al consumo anual de agua de 43 vecinos de Monachil cada vez que toque cubrir de nieve artificial las dos hectáreas de superficie afectada) que conllevará el uso de esta nueva instalación.

Lo peor es que este proyecto, que no es sino la última y más reciente de una larguísima serie de agresiones contra la Sierra y las aguas de Monachil, es el primero de otra larga serie de proyectos con los que se pretende sostener un negocio cuyo funcionamiento normal ―que desde hace años viene rigiéndose por la delirante idea de que se puede desvincular la práctica y la industria del esquí del tiempo que haga― se está volviendo cada vez más irracional y
destructivo.

En efecto, el proyecto que se quiere aprobar el próximo martes forma parte del Plan Estratégico Sierra Nevada 2020-2030, documento programático elaborado por Cetursa que recoge su intención de captar más de 200 millones de euros con los que proseguir la ampliación intensiva (más pistas, más remontes, más cañones, más máquinas pisapistas, más hoteles y apartamentos, más parcamientos subterráneos) de la estación de esquí, ampliación de infraestructuras que exigiría a su vez varias cosas más:

Primero, y dado que el objetivo es «garantizar la apertura de la estación incluso en condiciones de absoluta falta de precipitaciones», ampliar el suministro de agua para producción de nieve artificial, por lo que Cetursa tiene solicitada ante la administración competente una modificación de la concesión actual cuyo objetivo es aumentar el caudal autorizado y el período anual de captación, que pasarían de los 350.000 m3/año a captar entre los meses de noviembre y marzo que tiene concedidos a los 725.749 m3/año a captar entre los meses de noviembre y mayo que ha solicitado. O lo que es lo mismo: pasar de captar el
equivalente al consumo anual de agua de 3.835 habitantes de Monachil a captar el equivalente al consumo anual de agua de 7.953 vecinos, lo que «sin la menor duda va a producir el acortamiento de los caudales circulantes aguas abajo y el alargamiento del estiaje en el cauce del río Monachil, especialmente en años secos», según reza el informe de la autoridad ambiental al respecto.

Segundo, ampliar la capacidad de regulación y almacenamiento hasta los 450.000 m3, lo que se traduce en la necesidad de construir nuevas balsas de almacenamiento de agua.

Tercero, seguir haciendo caso omiso de la literatura científica que advierte de pérdidas netas de agua por evapotranspiración y sublimación directa durante el proceso de producción de nieve artificial de en torno al 30% (o el equivalente al consumo anual de agua de 2.386 vecinos de Monachil en el caso de que se ampliase la concesión), lo que desmiente la idea de que «toda el agua que se utiliza para producir nieve vuelve al río» y excluye la posibilidad de modificar el
cambio de uso (de industrial a «recreativo y no consuntivo») que pretende la estación.

Cuarto, seguir ignorando la tensión creciente entre el abastecimiento de agua de boca para la propia estación de esquí y los usos industriales de producción de nieve.

Quinto, y mientras se aprueba o no la nueva concesión solicitada, seguir saltándose a la torera la legislación y las resoluciones judiciales vigentes y seguir captando y trasvasando agua de fuentes no autorizadas y superando ampliamente los caudales concedidos.

Y en sexto y último lugar, seguir creyendo. Seguir creyendo con fe ciega e irracional en que las estaciones de esquí pueden llegar a ganar la encarnizada guerra que están librando en todo el mundo contra los montes, las aguas, la falta de precipitaciones, la razón y el sentir común de la gente.
Pues creen ellos, los prohombres y ejecutivos y técnicos encargados de hacer cumplir los designios del Dinero, que de verdad pueden «fabricar» la nieve; que de verdad pueden desviar, retener, entubar, bombear, embalsar, comprimir, pulverizar, congelar, transportar, arar y apisonar una y otra vez el agua limpia y libre que mana de estos veneros benéficos y cambiarla sin fin por dinero sin que esas mismas aguas se les conviertan a su vez en muerto y maloliente dinero y se les evaporen de entre las manos. Creen que pueden, y que eso es bueno. Creen que eso es riqueza. Lo creen firmemente, y más cuanto más arriba estén. Y con esa mortífera fe andan moviendo montañas, y secándolas de paso. No saben, estos temibles servidores del Señor, lo que sabían los antiguos y sigue sabiendo por aquí abajo cualquiera que conserve algo de razón y de amor por las cosas: que lo mejor es el agua. Y aunque el oro deslumbre como fuego llameante en la noche por encima de todos los bienes, el agua libre y de nadie es lo mejor
y más bueno y la sola y verdadera riqueza de la que nos cabe gozar a la gente. Por eso, y porque la nieve y el agua no son de naide:

NO AL NUEVO TELESQUÍ

• NO MÁS AGRESIONES CONTRA EL AGUA Y LOS
MONTES DE MONACHIL

• MORATORIA EN EL USO DE CAÑONES DE NIEVE ARTIFICIAL

• NI UN SOLO VOTO PARA QUIENES PERMITEN EL EXPOLIO DE LOS BIENES COMUNES

Por Blas García

El Lunes 8 de mayo de 2023

Actualizado el 8 de mayo de 2023