Introducción
Nono. Ecologistas en Acción Costa de Granada
Este artículo de SEDA denuncia el desastre que se está perpetrando en la vega de Motril. Narra un arboricidio a gran escala; cientos de hectáreas fueron declaradas urbanizables y permanecen abandonadas sin ser cultivadas ni construidas. Casi todos los terrenos han pasado a ser propiedad los bancos y estos ni pagan IBI aduciendo que aún no han sido urbanizados ni construidos, ni pagan tasas de riego y agua aduciendo que ya no son rústicos. No pagan nada, por lo que el resto de los regantes, es decir los que siguen cultivando pagan mucho más al ser menor la superficie regable sobre la que se repercute el coste de la presa de Rules y otras infraestructuras. Paga quien cultiva y no paga quien especula ¡Viva España…! Pero hay más, la última barbaridad es que ante las reclamaciones de las comunidades de regantes para que paguen , están hormigonando las tomas de agua y las acequias y se están empezando a secar muchos frutales, la mayoría chirimoyos de más de 30 años, para aducir que ellos no riegan. Van a dejar la vega hecha un desierto a la espera de los campos de golf y hoteles de 5 estrellas que nunca vendrán. Para terminar; lo importante no es que no paguen o que no estén al corriente de sus obligaciones fiscales, sino que van secar miles de árboles y que van a hipotecar el futuro y es importante que la gente lo entienda.
SEDA denuncia la muerte lenta de los chirimoyos
Los árboles hablan.
Desde donde las cosas son lo que son, el campo, la naturaleza, el aire, el agua, vamos topando con la base misma de nuestro sustento, mientras que, a la vez, vamos perdiendo la armonía que ni siquiera alcanzamos a vislumbrar y menos aún a disfrutar.
Si supiésemos prestar atención y fluir con nuestra madre, la naturaleza, la que se deja conocer y amar de tantas maneras, viviríamos en una sociedad amable, acogedora y solidaria.
Sin embargo la situación es bien distinta. Vivimos a espaldas de la naturaleza. Tal omisión no nos exime de responsabilidad y en vez de mirar hacia el otro lado, exige, como mínimo, levantar el dedo para alertar.
Sería lo mismo como afirmar que al haber mucha corrupción en la política, ya no se podrá esperar nada bueno de ello.
Hemos de alzar la vista y entrever la grandeza, la belleza del medio en el cual nos toca vivir, sin olvidar la fertilidad de nuestras tierras como es el caso de la vega.
Allí surge el clamor de un colectivo sin nombre, sin que nadie salga en su defensa. Es un colectivo muy respetable aunque carezca de la facultad de usar palabras como nosotros los humanos. Se manifiestan por el aspecto desolador que tiene. Hablan entre ellos como lo muestra con elocuencia un sabio italiano, el Profesor Stefano Mancuso (1), poniendo de manifiesto la inteligencia de las plantas, al igual que los animales.
Sin embargo, y aquí al tratarse de nada menos que unos 800 árboles a los cuales se les ha quitado el agua, ya no tienen con que reclamar sus derechos.
Son 800 chirimoyos ubicados en terrenos que siendo objeto de una feroz e irresponsable especulación, han caído en manos del llamado banco malo. Mueren por falta de riego. Es más: el acceso a los canales de riego ha sido bloqueado con diques de hormigón. Aquí no se trata de un simple descuido sino de una auténtica e imperdonable infracción contra la naturaleza e indirectamente contra todos nosotros. Han obrado contra la ley, en plan “de a ver si cuela”, tal como siempre se ha hecho.
¿Aún estamos para seguir aguantando ésta y tantas otras cacicadas?
Es nuestra vega, son nuestros árboles, produciendo un fruto tropical único en toda Europa. Por mucho que pertenezcan al banco malo, no deja de ser un bien público. En este caso por un sistema económico especulativo, que permite y justifica cualquier acción con tal que aporte beneficios, dejando estas tierras fértiles del todo inutilizadas.
Lo denunciamos, nosotros quienes trabajamos estas tierras de la vega, junto a todo el que le importa el futuro de esta comarca. Y no sólo es por ser productora de la fruta tropical sino también por conservar la bio-diversidad, la armonía de un medio-ambiente, ya seriamente amenazada por las urbanizaciones costeras; urbanizaciones habitadas un par de meses al año, dando otra muestra de una economía especulativa a ultranza.
Ante la magnitud de este delito que ni siquiera se considera como tal, se levanta la voz, apelando a la conciencia de la gente de nuestra ciudad y comarca. Somos como el viejo Catón que al final de cada uno de sus famosos discursos, exigía que el enemigo de Roma, Cartago, fuera destruido.
Que nuestro grito sea a toda hora: “Que no nos toquen los árboles, nuestro medio-ambiente, la naturaleza que nos da de comer y vivir”.
(1) "Solidaridad, Economía, Defensa del Medio Ambiente y Apoyo a las Finanzas alternativas" (SEDA), Asociación dedicada al estudio y la promoción de proyectos en el ámbito agrícola y a medio-ambiental, con sede en Salobreña (Granada).
(2) Laboratorio Internacional de la Neuro-biología de las Plantas. Universidad de Florencia, Italia.
