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Poema al gingko.

Elena Martín Vivaldi

La lluvia son palabras

ocultas en los sueños

Elena Martín Vivaldi

Publicado en Correos de la Vega

Visita nuestra sección de los lunes La poeta granadina Elena Martín Vivaldi (1907-1998), decana de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Escribió 17 libros de poesía “de acentos íntimos y profundos, de otoños, de lluvia, de árboles”. Eva Morón Olivares dice de Elena lo siguiente: “La poesía de Elena Martín Vivaldi se presenta sin máscaras ni engaños. Es clara y transparente. Es sutil. Sorprende por su equilibrio y contención. Requiere un proceso de lectura, pues sin él es imposible apreciar su riqueza de matices y de tonalidades. Lo que nos queda de esta poesía es un estado de ánimo, un juego de luminosidades y murmullos, profundamente personal, imposible de encontrar en otro poeta, y que se nos transmite de manera indeleble y definitiva”.

Publicamos el hermoso poema que le dedicó al Ginkgo biloba (ver fotos adjuntas de árbol y hojas) del Jardín Botánico de la Universidad de Granada y que se ha reproducido al pie del árbol. Acompaña a la poesía mencionada otra muy bella que lleva por título La música callada. Decir por último que precisamente estos días, el hotel El ladrón del agua dedica su exposición poética a esta autora granadina

Disfrutadlas

Pilar García

Los lunes y las letras

Elena Martín Vivaldi

GINKGO BILOBA

[ÁRBOL MILENARIO]

Un árbol. Bien. Amarillo

de otoño. Y esplendoroso

se abre al cielo, codicioso

de más luz. Grita su brillo

hacia el jardín. Y sencillo,

libre, su color derrama

frente al azul. Como llama

crece, arde, se ilumina

su sangre antigua. Domina

todo el aire rama a rama.

Todo el aire, rama a rama,

se enciende por la amarilla

plenitud del árbol. Brilla

lo que, sólo azul, se inflama

de un fuego de oro: oriflama.

No bandera. Alegre fuente

de color: Clava ascendente

su áureo mástil hacia el cielo.

De tantos siglos su anhelo

nos alcanza. Luz de oriente.

Amarillo. Aún no imagina

el viento, la desbandada

de sus hojas, ya apagada

su claridad. Se avecina

la tarde gris. Ni adivina

su soledad, esa tristeza

de sus ramas.

Fue certeza,

alegria – ¡otoño ! - . Faro

de abierta luz.

Desamparo

después. ¿Dónde tu belleza ?


La música callada

Se quedó el mundo mudo, sin aroma.

Solo en su inmensidad,

desposeído, sin dolor. Callado.

Como sonido mudo,

roto arpegio,

apoyándose, huyendo, desangrándose. Inerme.

Sin un ritmo, en sigilo de palabras y voces.

Solo.

Solo quedó el color –arco iris, promesa-.

Oculta sintonía






Por Salvemos la Vega

El Lunes 2 de junio de 2008

Actualizado el 2 de junio de 2008