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Construyendo la alternativa

Hace falta un nuevo orden social igualitario y democrático

Fernando Alcalde afirma que las crisis están teniendo respuestas contrarias a las prácticas del capitalismo y del socialismo real, que basan sus economías en el productivismo y en el crecimiento continuo. Este modelo hay que cuestionarlo porque es el causante de los desequilibrios y las injusticias, y hay que caminar hacia un modelo no productivista que conlleve un orden social igualitario y democrático.
Éste es el primero de tres artículos que publicaremos en otragranada. Los otros dos llevan por título; “Trabajo, economía, territorio. nuevas bases para afrontar el emprendimiento y la búsqueda de empleo” y “Territorio, ser humano y desarrollo. El caso de la Vega de Granada”, cuyos autores son Miguel Ángel Molinero y Paco Cáceres respectivamente. Con estas reflexiones nos gustaría abrir un debate que nos ayude a ir construyendo alternativas a nivel local y global

Cada vez está más claro

Fernando Alcalde. Buxus. Coalborador de otragranada.org

Las crisis están teniendo respuestas desde la antiglobalización o alermundismo

Las crisis sociales y ambientales, si quieren, la crisis universal a la que el capitalismo global ha sumido al planeta está teniendo respuestas diversas a diferentes escalas, desde los países a las personas. Estas respuestas que integran la antiglobalización o altermundismo son en esencia contrarias tanto a las prácticas del capitalismo como del socialismo real: ecologismo, pacifismo, indigenismo, democracia radical, decrecimiento, buen vivir, son centralidades enfrentadas a ambos sistemas puesto que ambos son en esencia productivistas, esto es, basan su economía, y con ella el bienestar de los ciudadanos, en el crecimiento continuo de la producción económica.

El productivismo es el causante de los desequilibrios e injusticias

La diferencia se encuentra en el sujeto del acaparamiento de las plusvalías o en la forma en que se produce su redistribución, sea individual o colectiva, sea estructural o reequilibrada a través de la acción del Estado, pero la esencia del sistema es la producción creciente que es, en definitiva, la causante de los desequilibrios e injusticias que se encuentran en la base de la contestación altermundista: la destrucción del entorno como consecuencia de las necesidades continuadas y crecientes de recursos y energía, la degradación de los sistemas locales y globales, el sometimiento de territorios cada vez mas lejanos para el aprovisionamiento de materias, la desaparición de las culturas y las identidades locales, la reducción de la democracia a la eficiencia económica.

La respuesta está, por tanto, en el cuestionamiento del productivismo sin el cual desaparece la lucha de clases y con el los dos grandes sistemas socioeconómicos. El cuestionamiento del crecimiento por el crecimiento como dinámica cancerosa; la preeminencia del desarrollo cualitativo como despliegue de potencialidades. No es por tanto casual que Attac, defina como objetivo “evolucionar hacia una desaceleración progresiva y razonada del crecimiento material, bajo condiciones sociales precisas, como primera etapa hacia el decrecimiento de todas las formas de producción devastadoras y depredadoras”

El productivismo genera al mismo tiempo estas dos situaciones

El antiproductivismo tiene fundamentos económicos y físicos

Este antiproductivismo tiene fundamentos económicos y físicos evidentes, definidos científicamente desde hace décadas (límites del crecimiento) y constatables hoy, en el momento en que el valor de la economía global ha adquirido magnitudes que afectan a la disponibilidad de recursos escasos y estratégicos. La generación abundante de energía, clave del proceso productivista y especialmente el uso masivo de petróleo, como pieza angular de la globalización que permite el suministro de capacidad de transporte barata de mercancías y mano de obra, es el primer elemento estratégico que ha comenzado a fallar, con un consumo actual que sobrepasa los 83,5 millones de barriles diarios y la constatación fehaciente de haber alcanzado el pico de producción. El crecimiento económico exponencial no puede seguir indefinidamente. Los recursos finitos no pueden ser utilizados en infinitos aumentos para impulsar niveles de consumo continuamente crecientes. Menos aún si se pretende hacer extensivo el sistema al 80% de la población de nuestro planeta que aún no dispone de estos niveles. Es necesario repensar nuestra actitud hacia el consumismo, la cultura desechable, la sobrepoblación y la ortodoxia del crecimiento económico. La situación internacional así parece indicarlo. La crisis energética, el colapso financiero y sus traslaciones alimentarías alumbran el fin del espejismo de la riqueza global y de la bondad del capitalismo como sistema global.

No es más cantidad, es más calidad

Hace falta un nuevo orden social igualitario y democrático

Es hora de elevar la propuesta emancipatoria de aspiración a la igualdad social a la categoría de objetivo necesario: la disminución de las diferencias entre ricos y pobres, la desaparición de la subordinación del proceso productivo a la lógica del beneficio, el cese del expolio de la naturaleza, la erradicación de la mercantilización de lo humano y con él, la alineación de las gentes. Un nuevo orden social igualitario y democrático, en camino hacia la supresión de clases sociales, donde la fuerza de trabajo no es una mercancía ni los principales medios de producción están en manos privadas, donde la producción tiene como fin la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población y no de los intereses privados dentro del marco de los recursos disponibles del planeta y en acuerdo con el funcionamiento de los grandes ecosistemas de la madre Tierra.

Por Veguita de Graná

El Miércoles 21 de noviembre de 2012

Actualizado el 21 de noviembre de 2012