Paco Cáceres. veguitadegrana@gmail.com
Nada más empezar el libro citado, nos damos de bruces con la locura. Vamos directos a ella
La contaminación es algunas zonas de China es tal que la falta de luz afecta a la fotosíntesis de la plantas, proceso de base para la vida sobre la Tierra, amenazando la producción agrícola. Investigación: Ralentización drástica de la fotosíntesis. En las pruebas el crecimiento de semillas de pimientos y tomates que normalmente emplean veinte días en convertirse en plantas de semillero con luz artificial en un laboratorio, tardaron más de dos meses en germinar en una granja invernadero en uno de los distritos de las afueras de Pekín. He Dongxian, profesora en la Universidad de Agricultura en Pekín, la investigadora, asegura que las membranas y contaminantes que se pegan a la superficie de los invernaderos reducen la cantidad de luz que llega a las plantas a la mitad y las plantas que germinaron eran débiles o estaban enfermas lo cual reducirá la producción agrícola este año. También advierte que si la niebla tóxica continúa o se intensifica la producción de alimentos en China sufrirá consecuencias devastadoras. (Publicado en el diario de Hong Kong South China Morning Post. 2014
Por otra parte, la mortandad masiva de insectos polinizadores, comenzando por las abejas, apunta en el mismo sentido. Las cuatro quintas partes de los alimentos que consumimos son polinizados por insectos, pero todos ellos corren peligro en el siglo XXI apunta María Spivak de la Universidad de Minnesota. (Hablé con algunos agricultores sobre este tema y me dicen que empiezan a percibir el problema en la propia vega con algunos cultivos)
El capitalismo explotador de las personas y devastador de la naturaleza
A continuación, Riechmann compara “la situación de la clase obrera en Inglaterra”, expuesta por FFiredrich Engels hace casi dos siglos con la actual y saca conclusiones. El capitalismo en su infancia explotaba a las personas y devastaba la naturaleza y el capitalismo en su senectud hace exactamente lo mismo. La diferencia, según el autor de Autoconstrucción, es que dos siglos después de la industrialización capitalista es el planeta entero el que está sometido a esas dinámicas y la destrucción se ha acelerado tanto que apenas tenemos tiempo para luchar por un cambio de rumbo.
La cosa se complica cuando se ve que los escenarios expuestos cambian rápidamente. La peor hipótesis posible sobre el Ártico en 2007 nos dibujaba éste ya sin hielo en verano allá por el 2050. Pero en 2013 se corrigieron fechas adelantando esa posibilidad a la cercana 2016 o 2017. En ese sentido, el Banco Mundial, que no está en el listado de organizaciones ecologistas, anunciaba que vamos camino de un mundo cuatro grados centígrados más cálido. Pero ese dato lo corrige la Agencia Internacional de la Energía, que tampoco figura en el listado citado, situándolo en seis grados en el siglo XXI, lo cual, según este organismo, tendría “implicaciones catastróficas para todos nosotros”.
Un mundo más caliente
La consultora y empresa de asesoramiento financiero Pricewaterhouse Coopers, la mayor de las “Cuatro Grandes”, publicaba un informe en noviembre de 2012 que llegaba a la conclusión de que ya era demasiado tarde para mantener el aumento futuro de las temperaturas medias globales por debajo de la línea de seguridad de los dos grados centígrados con respecto a las temperaturas preindustriales. Y decía el informe “Ha llegado el momento de prepararse para un mundo más caliente”.
Jorge Riechmann, que es el que nos expone todo esto en su libro “Autoconstrucción”, termina este apartado afirmando; “La revolución ecosocialista y ecofeminista tendríamos que haberla hecho ayer”.
¿Sin esperanza? Bueno, para que no nos acusen de catastrofistas, y según palabras del propio Riechmann en otras páginas del libro; “estamos en tiempo de descuento”. En los últimos momentos podemos cambiar el signo de los acontecimientos. De nosotros, los seres humanos, depende