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Antonio Hurtado: Historias de culebras, comadrejas y plantas silvestres comestibles

Cuadernos campesinos. Diálogos con la Vega. Abril

Un mes más nos paseamos con Antonio, dejamos que fluyan las palabras, las vivencias. En esta ocasión asoman culebras, comadrejas, plantas silvestres que se comían en tiempos de escasez. De nuevo, Antonio desgrana vivencias, creencias y cachitos de Vega. Disfrutadlos.

Antonio desgrana vivencias, cachitos de Vega

Reportaje de Otra Granada: Paco Cáceres

El canto del verderón siempre me calma. Camino una mañana nublada de abril entre sus trinos salidos como por arte de magia de los ramajes, muchos ya con hojas, de los árboles en los que se posan. Cuando voy a salir de Granada, uno de esos verderones, amablemente, me deja hacerle unas fotos , eso sí, no muy cerca. Paso la rotonda de entrada en la ronda Sur, infectada de coches y rodeada de terrenos baldíos. Son los bordes entre las poblaciones y la Vega, siempre degradados, como indicando que en la jerarquía, el ladrillo y el coche son los reyes. Me adentro en la Vega Sur, río Monachil arriba. Busco el camino de los Abencerrajes que me llevará al cortijo de Antonio, paso por una acequia y desemboco en el cortijo de la Matanza. Veo el trazado de huertos que han puesto ya en marcha y unos metros después alcanzo el camino que desemboca entre el Barrichuelo y los nogales Mis pasos transcurren entre un paisaje inmensamente verde, con la urbanizada cornisa al fondo y más allá aún, en lo alto, la Sierra blanca viéndolo todo.

El verderón, con su canto viene la primavera

Allí estaba la culebra, esperando que llegara su alimento

No tengo que buscar a Antonio; está sentado charlando con un agricultor sobre una cuestión de riegos. Ya ves -me dice- como soy el Presidente de la Acequia del Jacín, pues vienen a que resuelva los problemas. Me cuenta que cuando un agricultor no arregla su parte de acequia y empieza a deteriorarse, ya el agua no circula bien y ya sólo hay ratas y culebras. La conversación deriva hacia estas últimas. En la acequia que recorría las Huertas Bajas de Loja, de niño, recuerdo haber visto grandes culebras. Antonio me señala los pequeños troncos de una yuca y me dice; así de gordas hay algunas, y con dos metros. Fíjate lo que me pasó. Pasé por la finca de uno que llamamos Cristo y vi que tenía unas brevas grandes. Él me dijo que si quería, yo le dije que sí, que cogería unas cuantas. Me dio hasta la bolsa. Cuando estaba debajo de la higuera dispuesto a coger la primera breva, mire para arriba y había una culebra gorda y de lo menos tres metros extendida por toda la higuera. Estaba allí esperando que vinieran los pájaros para cazarlos. Yo me aparté de allí enseguida. Cuando me vio Cristo me dijo entre risas:
 ¿Qué es?
 ¿Qué es vas a decir? ¡Anda, que tú lo sabías muy bien!
 ¿Has visto, Antonio, lo hermosa que es?

comadreja y culebra

La culebra y la comadreja

Cualquiera se acercaba a la higuera, y eso que son inofensivas para las personas. Otro día vi un melocotonero que se movía y se movía, como si hubiera cogido viento, y yo decía, qué cosa más rara, si todo está muy quieto. Me acerqué y era una culebra grande que se estaba apeando. Le pregunto si ha matado alguna vez una culebra. Nunca, bueno, una sola vez, porque había una que se metía donde teníamos los conejos y se comía a las crías. Tuve que matarla. Las culebras son buenas para la agricultura porque se comen pájaros, ratones, lirones, ratas... Una vez vi una que absorbía a un pájaro, que intentaba volar pero no podía. Otro día vi pelearse una culebra y una comadreja. Ésta se hinchaba y dejaba que la culebra se enroscara, y cuando le iba a pegar el bocado, la comadreja fue más rápida y le clavó los dientes en la cabeza. Después se desinfló y se fue. Me entra curiosidad y ojeo en internet; “A pesar de su pequeño tamaño, es un mustélido bastante agresivo, siempre dispuesto para un ataque. Es tal su agresividad, que se ha reportado que un ejemplar logró dar muerte a un ave de rapiña que la había capturado. Más casos se han dado similares a éste... Quizás, entre todas las aves de rapiña, la única adaptada para capturar a este animal es el azor”.

El agujero de la culebra

Ahora en este mes de abril en cuanto hagan dos días de calor, salen las culebras. Los lagartos no, esos cumplen los seis meses durmiendo, aunque ya no quedan casi lagartos. Le pregunto dónde se esconden las culebras. Antonio me lleva hasta el límite de su finca con la de los nogales y me enseña un agujero. Ésto lo hacen ellas y por debajo tienen galerías que comunican con otros sitios.

Nacho arranca zanahorias

En este mes ya hay más trabajo, plantar, recoger, quitar hierba...

Bueno, Antonio, en lo agrícola, este mes qué. Pues fíjate, estamos poniendo surcos de fresas y ahora estamos recogiendo lechugas, acelgas, espinacas, coles... Pronto estarán también las habas... Además, con estas lluvias, hay que quitar mucha hierba. Vemos a Nacho, lo saludo. Está arrancando zanahorias; “esta semana tenemos que llevar 51 kg de zanahorías, 78 lechugas... Le digo que es entretenido eso de arrancar zanahorias. Sí, y ahora empezamos la “cadena de montaje””. Así es, Nacho las lleva en el carrillo, se meten en agua para quitarle gran parte de la tierra y después con la goma se quita lo que queda. Posteriormente se pesan y ya están listas para llevarlas al Vergel.

La "caddena de montaje" de las zanahorias

Ya empiezan las habas

¿Cuando se empieza con las habas, Antonio?. Bueno, ya hay sitios donde las están cogiendo. Me señala a lo lejos, fíjate, allí en la casería de Santo Domingo se cogen las cebolletas o las habas siempre 15 ó 20 días antes que por aquí, debe ser algo del clima; puede ser el viento, que aquel cerro se lo quita... Vamos a ver a Sandra que está plantando fresas. Antonio le da algunas indicaciones de cómo plantarlas para que no se venteen. Coge algunas y le dice cómo puede hacerlo. “Sandra es muy buena trabajadora”, me ha dicho en más de una ocasión.

Hierbas silvestres. ¡Cuántas hambres quitaron!

¿Te imaginas si la Vega hubiera estado de cemento, ladrillo y alquitrán? ¡Nos hubiéramos muerto la mitad!

Cuando volvemos hacia el cortijo, Antonio coge una planta. Esto nos lo comíamos nosotros antes; los almidones, vinagreras, verdolagas, cardonchas, cardillos... Se comían dándole un hervor y ya se le echaba un poco de aceite, si es que había, o vinagre. Mi madre nos hacía una tortilla de manzanilla basta, o la mezclaba con almendras, si es que podía ser. Y eso comíamos. No había otra cosa. Y la cuestión es que estaba buena... ¡Y con hambre, más!

Sandra y Antonio. Plantando fresas

Le digo a Antonio que en el siglo XIX y principios del XX Díaz del Moral en su “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas” refería que en periodos malos de hambre no había ni una hierba en los bordes de los caminos en muchos kilómetros alrededor de los pueblos, y que cuando salían las espigas de los trigos la guardia civil redoblaba la vigilancia para que la gente no se lanzara al trigo. No se extraña Antonio de lo que digo; eso lo he visto yo por esta Vega. He visto a las madres buscando por todas partes, rebuscando después de recoger los agricultores los cultivos. Todo el mundo salía a la Vega buscando algo que llevarse a la boca. Eran los años cuarenta, cincuenta y hasta sesenta del pasado siglo. Entonces la gente no iba a la capital, sino a la vega, porque era donde podía pillar algo. Antonio, se para, me mira y dice; ¿te imaginas si esta vega hubiera estado llena de alquitrán, ladrillos o cemento? ¿qué se hubiera llevado la gente a la boca? ¡Nos hubiéramos muerto la mitad!

A la vuelta todo un espectáculo; los cerezos en flor

Me despido de Antonio y de su mujer, María. Saco mi cámara y le pido que a ver si puede ser que recoja mejor que mis ojos lo que tengo delante; cerezos, viñas, perales, ciruelos, cultivos de todo tipo, la inmensa diversidad de plantas silvestres... Me encantan las huertas, cada una tiene su sello. Algunas son auténticos vergeles, que mezclan verduras, hortalizas, frutales, rosales, plantas aromáticas... ¡Un vergel! Son estampas bellísimas, pequeños paisajes que resaltan en el propio paisaje de vega. Por la senda del Monachil vuelvo al Zaidín, deseo escuchar de nuevo al verderón, porque me llena y me calma, como el mirlo, y como las palabras entremezcladas de silencios de Antonio. También los caminos, los ríos, las acequias, la Vega me llenan de tranquilidad. Y lo bueno, nada de eso tengo que comprarlo ni en las farmacias, ni en el Corte Inglés. ¡Ay! ¡Que no contribuyo a la economía!

Refranes de abril

 La llegada de abril, es primavera; la savia y la sangre altera.
 Cuando abril abrilea, bien luce la primavera.
 Sale marzo y entra abril, nubecitas a llorar y campos a reír.
 Parte su tiempo abril entre llorar y reír.
 Abril, abriluco, el mes del cuco.
 Si el cuquillo no ha venido el 25 de abril, o se ha muerto, o lo han matado, o es que no quiere venir.
 Si quieres saber cuándo es abril, la golondrina te lo vendrá a decir.
 Abril encapulla las rosas y mayo las luce abiertas y hermosas.
 A abril con sus chaparrones sigue mayo con sus flores.
 Aparte de otras cosas, en abril las lilas y en mayo las rosas.
 En abril, la flor empieza a salir.
 En abril aguas mil, todas las aguas de abril caben en un barril.
 Aguas en abril, vengan mil.
 Abril mojado, de panes viene mojado.
 Abril que truena, anuncia cosecha buena.
 En abril, cada gota vale por mil.
 Abril llovedero llena graneros.
 El que no guarda la leña para abril, no sabe vivir.
 Hasta que no pase abril, no aligeres el vestir.
 El invierno no ha pasado hasta que abril no haya pasado.
 Abril sin granizo, dios no lo hizo.
 ¡Ojo con abril!, que es helador y sutil.
 Abriles y condes, los más traidores.
 Buenos amigos y buenos abriles, uno entre miles.
 A abril, desearle por lluvioso y temerle por vil.
 A abril alabo si no vuelve el rabo.
 En abril, búscale el nido a la perdiz.
 Abril no es padre, que es compadre.
 Cuando marzo ventea, abril aguanevea
 Las mañanas de abril son largas para dormir.
 Tu perejil, siémbralo en abril.
 Abril, deja las viñas dormir.

Por Veguita de Graná

El Miércoles 10 de abril de 2013

Actualizado el 10 de abril de 2013