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Recorriendo las arterias de la Vega Sur - y 3-

Se comportan como si fueran la última generación que va a vivir sobre la Tierra

(Contiene fotos) Vivencias de Antonio Hurtado en torno a la acequia El Jacín y el río Monachil

La Vega provoca una borrachera de los sentidos, pero confieso que el paisaje que más me emociona de ella es el humano. Encontrarte con personas como Antonio Hurtado, con su sencillez, su bondad, su entrega y sabiduría es descubrir que el mejor producto que pueda dar esta tierra no es el que se vende en los mercados; es el que habla, el que se expresa, el que siente, el que te narra para que de un eslabón a otro de generaciones se vayan transmitiendo los valores de todo tipo que alberga nuestra Vega.

Texto Paco Cáceres. Fotos Javier Egea y José María García

En cursiva nuestros comentarios, en negrita entrecomillado lo que nos decía Antonio Hurtado.

En estas acequias había una gran variedad de fauna

Antonio contempla el río Monachil sumido en sus reflexiones

"Cuando vinieron los años secos y decían por la tele que la sequía sería permanente, yo me venía aquí y me sentaba frente al río casi seco y me decía; "Dios mío, ¿no veré nunca más el río como antes?" Y me sentía muy triste. Pero cuando han venido estos años de más lluvias y vengo aquí y veo el río como va ahora me siento muy bien".

"En estas acequias había ranas, truchas, serpientes de agua, gusanicos de la luz que alumbraban en la noche… Y aquí había unos cerezos inmensos que no se podían abarcar rodeándolos con los brazos. Había uno que entre cinco hombres no podían coger las cerezas en menos de cinco días. Pero todo eso se perdió desde que pusieron arriba lo de Pradollano, con los vertidos acabaron con mucha vida en estas acequias y el río".

Las fiestas entre los cerezos y las fuentes. Por el medio día y la tarde a bañarse en las pozas del río

En estos lugares había unos inmensos cerezos. Junto a ellos y fuentes hacían fiestas

"Por estos lugares hacíamos fiestas. Ahí, acequia Gorda de La Zubia arriba había un sitio con dos inmensos cerezos y fuentes. Ahí se hacían bailes en verano, se vendía vino, se cantaba. La gente venía de Granada en el tranvía, se apeaba en Huétor y seguía el camino de la acequia Gorda para arriba. Muchos venían a echar el día y se bañaban en las pozas del río Monachil. Entonces la gente no iba a la playa. Bueno, nosotros de niños nos bañábamos en las acequias. En esta de El Jazín, junto a la compuerta del Nini, como tiene una profundidad de dos metros para el desareno, pues nos bañábamos y lo pasábamos muy bien".

Cuando uno escucha los mensajes huecos, sin alma que dan a través de los medios de comunicación los que mandan o quieren mandar, y los compara con la profundidad de los mensajes de esta gente sencilla piensas que tendrías que escuchar más a estas personas y mucho menos a los políticos, aunque sea por higiene mental y por salud.

Antonio explica al grupo cómo se mide el volumen de agua de la acequia cuando en tiempos
de escasez hay que compartirla

Los cuatro colores de la loma de las Aulagas es ahora una explanada. Sentí ganas de llorar.

"Subí a la Sierra por primera vez a los ocho o diez años, iba con mi padre montado en una burra. De la Sierra recuerdo la loma de las aulagas, que tenía también alhucemas. Debajo había dos fuentes. Aquello se vestía de colores las cuatro veces del año, el blanco de la nieve, el verde, el amarillo de la flor y el del otoño. Cuando he vuelto a la Sierra hace 10 años me entraron ganas de llorar. Ya no había loma, había una inmensa explanada y desparecieron las fuentes. Desde entonces no he vuelto. No he querido sufrir".

Antonio y Jesús (hijo). Una generación transmite conocimientos de Vega a la otra

"Los que mandan en CETURSA se comportan como si fueran la última generación que va a vivir sobre la Tierra. No piensan que la naturaleza seguirá y las futuras generaciones. Toda la culpa de lo que pasa la tiene el dinero, la avaricia de querer tener más y más. El dinero tendría que ser como los ajos, que de un año a otro ya no valen".

Hablar con Antonio, con el otro Antonio y con Eduardo de Santa Fe es como hablar con la historia de esta tierra, con aquello que tiene de inmortal, con ese sentimiento que lo mismo lo podrían expresar en tiempos del Reino de Granada, de hace dos siglos o que puedan decir otras gentes de la Vega cuando pasen cientos de años. Es el mismo mensaje de apego, de relación armónica con la tierra.

Antonio trabaja con otro agricultor en la huerta

Dignidad de agricultor

"Digo que es mentira. A esos que dicen que la agricultura y la Vega no valen les digo que es mentira. Yo he vivido de la agricultura y lo seguiré haciendo".

Bendita Junta de Andalucía que dijo de hacer el Parque del Milenio en la vega Sur. Gracias a ello pude conocer a Antonio Hurtado y a otras muchas personas de las que he aprendido un montón. Quizás, desde Salvemos la Vega, desde Correos de la Vega, desde donde sea, qué más da, tendríamos que hacer un censo de la riqueza humana de la Vega y elaborar documentos de todo tipo para que esa sabiduría, esos sentimientos que nos muestran puedan conocerlos la gente, puedan transmitirse de generación a generación. Por lo pronto nosotros, Salvemos la Vega, estamos pensando en poner en nuestro organigrama un Consejo de Sabios, para poder escuchar con atención lo que nos dicen personas como Antonio Hurtado o los ya citados Antonio y Eduardo de Santa Fe. Por cierto, el primero de ellos está la mar de animado y nos ha dicho “Tendríamos que hacer un recorrido más arriba de la acequia de El Jazín. Es precioso. Y tenemos que hacerlo antes de que haya menos agua y se eche la calor encima…” ¿Qué? ¿Os apuntáis?

Por Correos de la Vega

El Martes 13 de julio de 2010

Actualizado el 13 de julio de 2010