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Desde Alhama: Las Aguas Nuestras

Desde Alhama nos llega una reflexión, “Las aguas nuestras” de Lola Maiztegui. De este bello escrito sólo podemos decir que cuando detrás de cada palabra está el esfuerzo y la ética, la lucha y la razón, la fuerza para seguir aun en los momentos más difíciles, cuando está todo eso y aún más, las palabras sientan cátedra.

Lola Maiztegui.

Plataforma en Defensa de las Aguas Termales de Alhama

Publicado en Correos de la Vega

Algunos, verdaderamente malintencionados, profesionales de la política y del uso y abuso de cualquier motivo o causa que puedan usar como arma arrojadiza al contrario. Algunos, digo, durante años, se vienen preguntando, (pobres de espíritu) por que unos vecinos de un pueblo como Alhama, de muy diferente procedencia ideológica e incluso sin ideología alguna, dedican un enorme esfuerzo, tiempo y dinero, a recuperar un BIEN que les pertenece, unas “aguas generosas” que con su manar incesante nos mantienen ligados a nuestra propia historia, a nuestro propio génesis como pueblo.

Pueden existir muchas y variadas explicaciones a la incógnita.

Quizás el cansancio secular de unos ciudadanos hartos de ser usados como espectadores de la gestión o “ingestión” de quienes los representan.

Quizás la poderosa fuerza de la costumbre y el recuerdo, ya genético, de usar sus aguas calientes para congregarse.

Quizás el propio nombre que los identifica y unifica:”alhameños” (habitantes del agua caliente).

Quizás el recuerdo de su primer encuentro amoroso, su primera borrachera, su bautizo, sus abuelas y madres reclinadas sobre el cauce lavando lo que en casa no se podía.

Quizás, los más pragmáticos, por la objetiva razón de entender de que de nuestro pasado tiene que devenir la mayor riqueza y prosperidad para toda la comarca.

Quizás, el campesino sentido de la propiedad entendida como supervivencia.

Quizás todas estas y más razones puedan explicar tanta constancia y desvelos.

La que escribe, acostumbrada a ver que el mundo es una larga historia de usurpaciones al débil, de trampas de los poderosos que adecuan la ley a sus intereses, de rapiñas y depredación de lo más hermoso y generoso que la Naturaleza nos ofrece y acostumbrada, sobre todo, a la certeza de que en la acción está la respuesta y en que “lo que es del pueblo/ es del pueblo/ Y el que aguante/ lo verá”, encuentra el “motor”, la imprescindible motivación para aguantar hasta el final, hasta que el publicitado Estado de Derecho se comporte como tal y actúe en consecuencia a sus leyes.

Dicen algunos, con cierto aspaviento y rimbombancia, que nuestra Carta Magna reconoce el derecho a la propiedad privada, mientras “olvidan,”con cómplices silencios, que la Constitución obliga a respetar la Propiedad Pública

Por Correos de la Vega

El Miércoles 3 de diciembre de 2008

Actualizado el 7 de enero de 2010