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Saberes campesinos que supieron regular recursos y actuar sosteniblemente ignorados por la modernidad

Diversos autores dieron voz y pusieron a los campesinos donde se merecen

Manuel Cala echa de menos, como otras personas de esas generaciones que tuvieron que abandonar el pueblo, “la humilde sinceridad natural del campo” frente a “la artificiosidad que siembra el asfalto” y el cemento. Pero no rompe amarras, con sus actividades, que sabemos que son muchas, intenta “innovar aquel mundo rural testigo de mi infancia”. Manolo habla de la “modernidad” que entierra patrimonios ancestrales y repasa a intelectuales que le dieron voz a los que habían carecido de ella. Desde Díaz del Moral a Duch, que habla de esos saberes populares que han germinado durante siglos en el medio agrario. En su recorrido por autores, Manolo destaca los conocimientos campesinos, ejemplo de regulación de recursos y decisiones colectivas. Pero no hay que idealizar, en el medio rural está arraigado un patriarcado que, afortunadamente, el feminismo va socavando. Termina Manolo su artículo reseñando que los campesinos luchan por su pasado, por ser los campesinos que fueron, dejando atrás la dominación de terratenientes y multinacionales… No olvida nuestro amigo, autor de este artículo su raíz campesina. Y esa raíz alimenta sus reflexiones y su compromiso diario por darle al campo y a las personas que lo trabajan la dignidad que este sistema económico quiere arrebatarles.

El pasado, el presente y el futuro generacional de una comunidad campesina emigrante bujalanceña, como otras muchas, sustentada por la añoranza

Manuel Cala Rodríguez, colaborador de otragranada.org, es Presidente de GRAECO (Asociación Granadina para la Defensa y Fomento de la Agricultura y Ganadería Ecológica) y reconocido miembro de Salvemos la Vega, entre otras muchas militancias y compromisos.
Muy posiblemente no seré la única persona que sueñe con ser una vez más aquel campesino que, junto a mis hermanas, ayudábamos a mi padre y a mi madre a cultivar la tierra, criar animales, recolectar cereales y legumbres, recoger aceituna y productos de la huerta, ... para comerlos, regalarlos y/o venderlos después a nuestras familiares, amistades y vecindad más cercana.

Cuando despierto, compruebo que mis antepasados ya no están. Tampoco mi hijo, quien también se ha visto obligado a emigrar para empezar a establecerse en otra aglomeración urbana; en su caso, casi diez veces más poblada que en la ciudad que vivió con nosotros hasta hace escasos años.

En esos momentos me doy cuenta que, entre casi una infinita generación de antepasados. no solo somos esas dos generaciones de hijos/as y nietas/os de familias campesinas que echan mucho de menos su niñez rural, sino que, además, ahora residimos en un lugar poco conectado con la humilde sinceridad natural del campo y, por contra, rodeado de la soberbia artificiosidad que siembra el asfalto, …. y el cemento en sus más variadas vías..., y “fachadas”.

Intento innovar aquel mundo rural testigo de mi infancia

Es entonces cuando nutro mis brotes urbanos con la utopía ilusionante de las raíces campestres de mi niñez, e intento, una y cientos de veces más, innovar aquel mundo rural testigo de mi infancia. Participo como oyente y/o ponente en numerosas jornadas, charlas, coloquios, reuniones, fiestas, conciertos, talleres, cursos..., y eventos similares; escribo artículos y otros documentos; hablo y debato en los medios de comunicación;.... y ayudo a crear muchos colectivos de muy variada índole. En todas estas acciones y actividades sin ánimo de lucro, al menos procuro introducir un objetivo común: el fomento, la difusión, la protección, la dinamización, ... y la defensa del ancestral Patrimonio Rural y su necesaria recuperación sostenible para nuestras generaciones venideras.

En los últimos años estos utópicos sueños evocadores y caminantes despertares hacia la realidad, parecen multiplicarse. Hay quienes incluso aseguran que esta es una de las claves para interpretar el cada vez mayor alejamiento que distancia cronológicamente lo campesino de determinadas “revoluciones”. Todo ello a pesar de tener su origen en el “mundo rural” las economías cíclicas, democracias directas, gestiones colectivas de los bienes comunes..., y/o muchas de las herramientas de los nuevos movimientos sociales.

Díaz del Moral, notario de Bujalance, testigo fiel de la historia de las agitaciones campesinas andaluzas de su época

Frente a la modernidad que entierra patrimonios ancestrales, hay quienes escriben historias de campesinos

Curiosamente, y aunque en décadas atrás pudiera resultar paradójico, en los diferentes y variados medios de comunicación casi a diario solemos oír, ver..., y/o leer reportajes de Patrimonios ancestrales rurales sucumbidos por impactos agresivos de modernidad, que hasta “entierran” con nutrientes alquitranados y cementados a su propia “Madre Tierra”. Modernidad ésta que ha venido evolucionando casi siempre acompañada de los avances científicos. Así, por ejemplo, en las universidades se suele homenajear artículos de revistas científicas garantes del saber. Las grandes empresas escarban entre ellas rebuscando beneficios monetarios de cualquier descubrimiento o bien financiando investigadores e investigaciones para engrandecer las prácticas que económicamente les reporte mayores “dividendos”.

Pero, a veces hay quienes escriben la historia de las personas que siempre habían carecido de ella, como es el caso de mi paisano Juan Díaz del Moral, del que TURRON DE LARA (1) dice que ...”no era un notario al uso de la España rural y caciquil; todo lo contrario. Diríamos que era de esa estirpe de notarios que en nuestra edad de plata de la cultura hemos tenido, como Joaquín Costa, Julio Senador o Blas Infante, que han levantado acta del drama de nuestras tierras”... “porque eleva a la categoría del conocimiento histórico a los hombres del trabajo y a las organizaciones por ellos mismos creadas se va directamente a las bases del movimiento obrero agrario Su peculiaridad, de la que hoy tenemos todavía que aprender, es que no se limita a la actividad de los órganos de dirección y fuentes que tratan de ellos (actas, correspondencia, informes oficiales, prensa, etcétera), aunque también lo haga y exhaustivamente, sino que toma documentos y testimonios de las «sociedades» y «centros obreros» de cada pueblo, de los trabajadores sencillos y de su comportamiento”.

Salvo honrosas excepciones, los ricos en conocimientos experimentales “saberes populares”, que desde el neolítico han aportado las comunidades campesinas, casi asiduamente vienen siendo descalificados. Aunque, como afirma PÉREZ-VITORIA (2) ...“los sistemas productivos campesinos, ensayados y ajustados en una infinidad de circunstancias a lo largo de la historia de cada región geográfica, dieron prueba de su eficacia ya que, salvo raras excepciones, permitieron a los diferentes ecosistemas reproducirse y a las sociedades perdurar”. ¿Quizás, “saber perdurar” sea el verdadero progreso?

Distintos colectivos han conformado movimientos para devolver la dignidad al campo, a los agricultores y al medio rural

Municipios y habitantes del medio rural no son noticia pese a los valores y experiencias que han germinado durante siglos

Al igual que muchos seres vivos en peligro de extinción, numerosos pequeños municipios y sus habitantes solo son noticia cuando se desarraigan y/o exterminan. Para DUCH (3)... “El ideal urbano nos impregna, también a las tintas de la prensa alternativa. ¿Pensamos que en los pueblos solo hay entrañables ancianos y agricultores enfadados? ¿Alguien sabe si se llenaron sus plazas en el 15M? ¿Puede lo rural ser un revulsivo de ruptura e inspiración? ¿Resuenan palabras como economía social, decrecimiento, buen vivir en los tele-clubs de los pequeños pueblos?” . Parece inevitable distribuir equitativamente estos estereotipos y más atentamente considerar a los ingentes valores y experiencias que germinan y se reproducen durante siglos cosecha a cosecha en el medio agrario, los cuales quizás deberían servir de precedentes para cimentar futuros urbanos más sustentables anclados en el pasado rural.

Para IZQUIERDO (4) lo que hoy denominamos “Economía Cíclica” (o “Circular”), hace miles de años que lo concibieron las Comunidades Campesinas, como se ponía de manifiesto en la gestión de las unidades productivas que incorporaba la simbiosis agro-silvo-pastoril y cerraban los ciclos energéticos. Así por ejemplo, actualmente los excrementos de la ganadería intensiva generan una problemática complicada de gestionar; sin embargo, hasta escaso tiempo, han sido fundamentales para devolver la fertilidad al suelo. También desde hace varias décadas, mientras en las ciudades se despilfarra ingente cantidad de comida que suele acabar en vertederos (cuando hay seres vivos, incluido el humano, que mueren de hambre), las basuras de un hogar campesino alimentaban a los animales domésticos y/o, compostadas, a la tierra que “criaba” las verduras,... y hortalizas del siguiente ciclo agrario que generosamente les ofrecía la vital comida.

La Asociación Forestal de Soria (ASFOSO) (5) ha sido galardonada con el premio Elinor Ostrom (máximo reconocimiento internacional a la defensa de los bienes comunes), por el proyecto “Montes de Socios”, que recupera esta figura tradicional de propiedad y gestión colectiva. Su origen data de la desamortización (1855-1924), cuando la población de diferentes municipios se puso de acuerdo para comprar terrenos forestales que siempre habían sido básicos para la economía campesina local: por permitir el pastoreo (y obtener así carne, leche, lanas y pieles) y la extracción de materiales para la edificación (madera y piedra) y la fuente energética principal, leña y carbón. De esta forma se aseguraba su conservación. Hoy estos montes se encuentran en desuso y se trabaja para sacarlos del abandono y ponerlos en valor, permitiendo la creación de actividad en esos pueblos. Además, todo un acto de justicia para con la memoria de sus antepasados, que han conservado durante años esos espacios forestales pues, cuanto menos, creen que tienen el deber moral de devolver a “quienes vendrán”.

Es importante que los agricultores y los movimientos en defensa de las vegas caminen juntos

En el medio rural existen muchas formas de organización social que han regulado los recursos durante siglos de manera comunitaria

Coincido con BOYANO (6) , cuando sostiene que: ... “Hoy en día ni la ciudad ni sus movimientos sociales conocen el funcionamiento histórico de los pueblos, pero ‘reconociéndonos’ aparecerían sinergias en el camino del aprendizaje”; en consecuencia, parece esencial, y me temo que casi urgente, imitar las tradiciones del medio rural si lo que se pretende es la recuperación de valores como la sostenibilidad y la democracia. Este merujero aclara que los Concejos Abiertos o Juntas Vecinales son asambleas de autogobierno vecinal donde se toman decisiones sobre el patrimonio comunal y otras cuestiones que afectan a la comunidad. Bajo el tejo del pueblo o en la plaza de la villa, se daba una gobernanza de kilómetro cero. Las decisiones más importantes sobre sus bienes vitales (montes, agua, caminos…,) se tomaban oyendo la voz paritaria de toda la vecindad sin excepción (las mujeres siempre pudieron asistir como representantes de su casa, -puntualiza el autor-). Daniel, así se llama este zamorano, también recuerda que: “Algunas personas confían en que el Estado controle estos recursos para impedir su desaparición; otras creen que su privatización resolvería todos los inconvenientes; sin embargo, ni el Estado ni el mercado han logrado con éxito que la sociedad mantenga un uso productivo, a largo plazo, de dichos bienes naturales”.

Con grados razonables de éxito, existen otras muchas formas de organización social que han regulado los recursos durante siglos de manera comunitaria, asamblearia y/o directa. Es la articulación ambiental, económica y social de los grupos humanos y sus pautas culturales, no meramente la legislación, lo que explica su dinámica. IZQUIERDO añade un ejemplo muy claro: “La atmósfera es un bien de la humanidad y la ausencia de una perspectiva de gobernanza comunal a nivel planetario para el clima está llevando al mundo a un laberinto”.

Según WOLF (7) , “Los campesinos y las campesinas son una suerte de ´anarquistas naturales`”. Decisiones a pequeña escala, gestión de lo común y, ahora, apoyo mutuo. Tres consignas presentes en todos los ateneos libertarios de las ciudades. “El auzolan” en Euskal Herria o el “A tornallom” del País Valencià son el equivalente a las “Mingas” latinoamericanas. Es el famoso “hoy por ti y mañana por mí” que ha permitido levantar ermitas, asegurar puentes y limpiar ramblas, y que contrasta fuertemente con el individualismo y la competitividad

La transformación con la que sueña el campesino es la que lo hará volver a ser el campesino que fue una vez

Pero no se puede idealizar. Frente al patriarcado, el feminismo tiene mucho que decir

También hay quienes sostienen que flaco favor se les hace a los códigos rurales si se idealizan. VERDUGO (8) , campesina vallisoletana, señala que los pueblos y el sector agrario en general son grandes reservas de patriarcado y que este tema debe dejar de ser un tabú. En consecuencia, el feminismo tiene mucho que decir aún en el medio rural, un ámbito con una economía y unas prácticas que tradicionalmente ha puesto la reproducción de la vida en el centro, observando y adaptándose a los ciclos naturales para no alterarlos irreversiblemente. Las economías campesinas han sido conscientes de la interdependencia y ecodependencia, por ello es importante rescatar esos saberes y ponerlos a dialogar con lo que hoy se trabaja; por ejemplo, desde la economía social y solidaria. IZQUIERDO, también recuerda que estas economías tenían en muchos casos su carta de principios, un código cultural de comportamiento recogido en unas ordenanzas locales, “en realidad una especie de constitución al estilo de la que tienen los Estados modernos, donde se educa a las niñas y niños en valores como los que ahora reclamamos para la nueva sociedad”.

Las luchas campesinas miran hacia atrás deseando escapar de la dominación de terratenientes y multinacionales

Para PÉREZ-VITÓRIA la comunidad campesina que parece desaparecida todavía está aquí y constituye la mitad de la humanidad. Mientras las luchas obreras y progresistas miran hacia delante y sueñan con un futuro mejor, las luchas campesinas miran hacia atrás; su deseo es escapar de la dominación de los terratenientes o de las multinacionales, vivir en paz lejos de la civilización dominante, percibida como una grave amenaza al orden social y ambiental. El retorno de las y los campesinos resigue la historia del campesinado y nos muestra cómo se han preservado, en todo el mundo, los valores de solidaridad y de equilibrio ecológico, a pesar de los estragos sociales y ambientales provocados por la industrialización agraria. Las comunidades campesinas, situadas en primera línea frente a los grandes desafíos planetarios como el desempleo, la salud, el cambio climático,... y el medio ambiente en general, propone ahora y lleva a la práctica sus alternativas.

Para BERGER (9) “ Los campesinos trabajan la tierra para producir el alimento necesario para sustentarse. Y, sin embargo, se ven obligados a alimentar a otros antes, a menudo al precio de pasar hambre ellos mismos”.... “La vida campesina es una vida dedicada por entero a la supervivencia”.... “El campesino ha sobrevivido más tiempo del que le habían pronosticado”....“El campesino sueña con volver a una vida sin hándicap. Está decidido a transmitir a sus hijos los medios para sobrevivir (y, de ser posible, más seguros en comparación con los que él heredó), Sus ideales se sitúan en el pasado; sus obligaciones son para con un futuro que él mismo no vivirá para ver. Estos dos movimientos, hacia el pasado y hacía el futuro no son tan opuestos como puede parecer a primera vista, porque básicamente el campesino tiene una visión cíclica del tiempo”....

“La transformación con la que sueña el campesino es la que lo hará volver a ser el campesino que fue una vez”

Manuel Cala Rodríguez, diciembre de 2017

(1) TURÓN DE LARA, M. (1980). “Un Adelanto de la Historia Social: Juan Díaz del Moral”. Diario El País. Disponible en: https://elpais.com/diario/1980/04/13/opinion/324424809_850215.html

(2) PÉREZ-VITORIA, S. (2010). “El Retorno de los Campesino0: Una Oportunidad para nuestra Supervivencia”. Editorial Icaria, Barcelona.

(3) DUCH, G. (2017). “La Revolución Empieza en los Pueblos. El Salto. Revista de Soberanía Alimentaria. Publicado el 28/11/017.

(4) IZQUIERDO, J (2012). “La Casa de mi Padre”, KRK Ediciones, Oviedo

(5) ASFOSO. Asociación Forestal de Soria. Disponible En http://www.asfoso.org/

(6) BOYANO, D. (2017). “El Consejo Abierto”. Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, Barcelona.

(7) WOLF, E. (1999). “Las Luchas Campesinas del Siglo XX” . Siglo Veintiuno de España Editores, S.A., Madrid.

(8) VERDUGO, B. (2014). "La Defensa de la Soberanía Alimentaria no se Entiende sin la Participación de las Mujeres en Igualdad". Entrevista disponible en: https://vimeo.com/95325806

(9) BERGER, J. (1979) “Puerca Tierra”. Editorial Pantheón Books, Reino Unido

Por Veguita de Graná

El Domingo 10 de diciembre de 2017

Actualizado el 10 de diciembre de 2017