Este edificio, está dentro de la trama urbana protegida como Conjunto Histórico y Patrimonio Mundial en el barrio Histórico del Albayzín, corazón del antiguo Oppidum Iliberritano y origen de la ciudad de Granada. Su demolición ha contado con la autorización del Ayuntamiento de Granada y la Consejería de Cultura, “que en vez de proteger, rehabilitar y realzar su conjunto, utiliza la demolición, que según la legislación patrimonial debe ser excepcional y justificada, como una forma reglada de intervenir a petición de parte, que no solo supone el expolio del Bien de Interés Cultural, sino que pone en peligro su declaración como Patrimonio Cultural de la Humanidad.”, afirma Narciso Crespo, coordinador de la asociación.
¿Y qué era la Casa del Tinte? Entresacamos de un artículo publicado en Granada Hoy por Amanda Martínez. “Tenía una protección 4 y estaba declarado en ruinas. Utilizado como granero o almacén de la casa principal, en el siglo XX se aísla y se instala en ella un taller de tintado. Antonio Ballesteros, conocido como Antonio “el del Tinte”, fue un personaje muy popular en el Albaicín y los vecinos aún recuerdan ver pasar los fardos de lana traídos de los telares que había en la vecina calle de Pilar Seco en los años de auge de la industria textil granadina”. Cuando compró el edificio un directivo londinense la casa aún conservaba “…dos calderas de vapor, una centrifugadora y una devanadora para hacer madejas de lana”. Y fue el mismo propietario, continúa diciendo Amanda Martínez, el que pidió que se cediera de forma gratuita a quien pudiera interesarle. Acabando en distintas instituciones granadinas; ETS de Ingeniería de Edificación de Granada o Museo Textil de Antequera.
En las excavaciones realizadas en este solar, aparecieron entre otros vestigios importantes, una cabeza de mármol que fue depositada en el Museo Arqueológico de Granada. Han pasado los meses y no se revela la identidad de tan importante vestigio . Según los propios arqueólogos la cabeza era de un emperador. Oppidum Eleberis, por su parte, cree que casi con seguridad pertenece a Adriano, “aunque eso no podemos asegurarlo al cien por cien”, aclara narciso Crespo.
Y es que Oppidum Eleberis ha seguido su propia investigación a raíz de un boceto de la figura excavada que alguien de forma anónima dejó en la sede de la asociación. Siguiendo las pistas y “teniendo en cuenta que no somos expertos”, empezaron por cotejar el boceto con fotos de los emperadores hispanos y se ha visto el gran parecido del boceto con el emperador de origen hispano, Adriano, con sus barbas y su laurel.
Adriano nació en Itálica, en la Hispania Baética, el 76 d.C., era sobrino de Trajano y a quien sucedió como emperador del 117 hasta el 138 d.C.. Durante su reinado el imperio alcanzó su mayor extensión y destacó por su afición a la filosofía estoica y epicúrea.
La asociación Oppidum Eléberis, que lleva muchos años trabajando en defensa del patrimonio histórico-cultural, pide que “los responsables del museo arqueológico se animen a rendir honores públicos a tan ilustre residente si se trata de Adriano, así como si por el contrario se ignora el nombre del personaje, lo que, en todo caso, no desmerece la importancia del hallazgo y no justifica su silencio y clausura en los sótanos de la sede arqueológica”.
