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Reflexiones de un granadino sobre el Atrio de la Alhambra

“Quiero entender y no puedo”

El Atrio da que hablar. Con estas reflexiones de Francisco Lopera abrimos otragranada.org al debate sobre un proyecto que enfrenta a la Dirección de la Alhambra con la mayoría de los partidos políticos granadinos y de asociaciones que defienden el patrimonio histórico. De hecho, éstas últimas acaban de crear “SOS Alhambra”, plataforma que quiere llevar a la ciudadanía granadina y las personas que nos visitan los argumentos por los que se oponen a la construcción del Atrio. En este primer artículo es Francisco Lopera el que nos expone sus inquietudes sobre el tema. Es significativa su frase; “Quiero entender… y no puedo”.

Entro a la Alhambra por la puerta de siempre, la de la Justicia...

Francisco Lopera

Decir parecer y sentimiento a veces cuesta un gran esfuerzo de ecuanimidad para no contaminar la realidad con el deseo, y que aquello que uno ve no sea una deformación, un engaño de los dioses que se empeñan en confundirnos, según dice algún clásico. Permítaseme lo innecesario de nombrarlo.

Entro a la Alhambra por la puerta de siempre, la de la Justicia, Mi admiración por que el logro de aunar funcionalidad y estética se mantenga intacto desde que tengo uso de razón, o mejor, memoria, para no molestar a nadie.

Me encaminé por terrizos compactos y piedras centenarias, por mármoles y yeserías, jardines, celosías, fuentes; atravesé palacios, patios, salas, escuché morosamente el agua discurrir, casi callada, llorosa casi. Me impregné del paisaje próximo, del encanto alrededor ceñido todo por torres y murallas.
Me dije estar soñando al recrear el tiempo de 1000 años, casi intacto, testigo infatigable propuesta de califas y alarifes.

Hube de acabar aquel paseo, continué a espacios más abiertos. No faltó ni la flor, ni el agua, ni el palacio: el bosque entretejía todo el conjunto urbano y palaciego, alcancé el Generalife con un sobresalto.

Llegué el sur de aquel recinto. De nuevo una puerta señalara a término la nueva entrada, la salida. Me admiré, más en contrario: sólo vi piedra desmedida, nórdico lugar, desemejanza. Creí soñar, pues pura pesadilla me encogía el alma. Me quería dar la bienvenida, trasladarme a subterráneos, a luces sin medida, a la asepsia infinita de la nada.

Imagen que recrea lo que podría ser el Atrio de la Alhambra

Pregunté por ella, alguien embobado contestó, es ella, es la otra puerta: el Atrio de la Alhambra, la solución final que ha de integrar a todo descreído a todo disidente de la modernidad.

Asentí: comprendo.

En fin, venga este cuento a cuento, y perdóneseme el atrevimiento por parte de los especialistas: quiero decir de los que los cuentan bien, pues yo sólo pretendo que sea apenas una brevería introductoria para decir algún apunte al respecto.

Quiero entender… y no puedo

He asistido al rifirrafe sobre el Nuevo Atrio de la Alhambra, al que hay quien tacha –al rifirrafe- de oportunismo político porque surgió durante el tiempo anterior a la campaña previa a las elecciones autonómica de Andalucía. La presentación en sí del proyecto ya definido en esas fechas quizás determinara el comienzo de toda la polémica, y no por otra cuestión, sino la del hecho en sí de que el Patronato de la Alhambra determinó dar a la luz de los votantes en esos momentos delicados. Seguramente sí, fue oportunismo.

He procurado empaparme de todas las cuestiones, comprender cifras, lugares, estilos, oportunidad, necesidad, alternativas, es decir, quiero entender… y no puedo.

No puedo entender mucho más allá de una cuestión estética que ha sido enmarcada por la historia tan sabiamente, que la Alhambra, dígase su nombre sin más adornos, adjetivos, adverbios, grandilocuencia vana, quiera cerrársele al sur con una arquitectura disonante donde las haya, con un Atrio, imponente, sí, a medias subterráneo, a medias ocupante de los alrededores en superficie que sigue siendo Alhambra, recinto antiguo, lugar de excavación ordenada, tumba segura de los ancestros, lugar de misterios aún por revelar.

Otra imagen de lo que quiere ser el Atrio de la Alhambra

Si se aconseja no saturar el recinto. ¿A qué viene crear áreas de acogimiento multitudinario?

A las cifras comparativas que se manejan por los entendidos interesados en que prospere el proyecto, nada que aducir técnicamente, no soy yo el adecuado, aunque sé que existen razones de quienes, con similares herramientas del conocimiento, las rebaten, contravienen, abjuran de ellas. Al argumentario de que el coste de esta obra “sólo” ascenderá a la módica cantidad de 50 millones de euros (vengan de Berlín o Pernambuco), o sea, algo así como 8.000 (ocho mil) millones de pesetas (lo siento, tengo la manía de convertir para centrarme mejor en el valor de lo que digo), a esos argumentos de que esta cifra es un tercio, o mitad, o cuarto y mitad de lo que costó la pirámide del Louvre, o la remodelación del castillo del Señor de los Anillos, o yo qué sé arbitrariedad semejante, habría que comprobar, si esas obras pseudofaraónicas debieron costar eso o menos, o si esta del Atrio está ajustada a precios, o incluso si no habría sorpresas cuando avance el proyecto y la obra se detenga por un quíteme allá esas pajas de los muertos que aparezcan pidiendo redención después de tantos años.

Me pregunto si esta es la oportunidad que toda obra implica para ejecutar el proyecto, y también me pregunto sobre su necesidad. Según las razones al respecto en la antesala del proyecto, es necesario atender a 2,5 millones de visitantes anuales del conjunto nazarí, para que estén cómodamente, a cubierto, abrigados, mientras hacen cola para obtener su entrada. Eso está bien pensado, aunque parece que se da contra el filo de otras noticias oficiales por las que se declara, como gran logro, la venta anticipada de entradas en cajeros de cierta entidad financiera, la cual alcanzaría, perdón si me excedo, el 80 % de las mismas. Por otra parte, el número de demandantes de entradas en taquilla es hoy muy pequeño según la realidad en las mismas. Sólo hay que pasarse por allí, mirar y ver.

Es más, si hay colas, que las hay (horrible palabra propia de tiempos de carestías), es en el acceso a los palacios, actualmente, entre los del Emperador y Machuca, y eso sí que sería urgente de solventar para el bienestar del visitante.

Entonces, si ya no se aconseja saturar el recinto con más visitantes de esos 2,5 millones, que inevitablemente contribuyen a un progresivo deterior del mismo, a qué aumentar el efecto llamada al mismo, la creación de áreas de acogimiento multitudinario, a qué la pretensión de reunir a tanta gente en un mismo sitio, cuando por razones de seguridad, higiene, salud, etc., no conviene hacer alardes, igual que si se tratara de preparar instalaciones para un concierto de música exitoso.

Movimientos de tierra en zonas sensibles, destrucción de vegetación a cambio de macetones, hosteleros que se verán afectados…

Durante el itinerario de presentación del proyecto por varias ciudades europeas, hasta su llegada de vuelta a Granada, ha sufrido numerosas modificaciones, aumentos de espacios afectados, instalaciones, servicios como restaurantes, salas de conferencias, etc., que se han ido incorporando subrepticiamente. Cuando ha llegado de vuelta ya no lo reconoce ni siquiera, al parecer, los componentes del Municipio en el Patronato, lo cual ha ocasionado el rechazo de fuerzas políticas tan opuestas en ideario como IU y PP, UPyD y Ciudadanos, si bien es cierto que los más afines, compañeros de viaje de los responsables de aquél, no se oponen al Atrio, o no lo manifiestan fuera de su pensamiento.

En el proyecto se incluyen numerosas plazas de aparcamiento, es decir, más de 300, y en el exterior, junto a la actual rotonda de acceso, hay actualmente espacios de aparcamiento vacíos. Muchos.

Imagen de la Alhambra de Granada. Fuente otragranada.org

La vegetación que ya se integra en el paisaje natural, será destruida, directamente, a cambio de macetones que deberán crecer durante muchos años para que pudiera hablarse de cubierta vegetal. El proyecto habla de integrarse en la vegetación, lo cual parece toda una ironía.

El largo proceso de construcción, que podría alcanzar los 5 años, incluye movimientos de tierras en zonas sensibles que se supone están protegidas por ley, como los Alisares y sus inmediaciones, y los daños económicos correspondientes para los establecimientos hoteleros de las cercanías.

Desde esa arquitectura futurista, sin transición, accederemos a los palacios medievales nazaríes

Pero no quiero incurrir en desacato, ni plantearme las cuestiones técnicas que abruman con números que contribuyen casi más a la incomprensión que a la racionalidad, he hecho un ejercicio de abstracción sobre maquetas y montajes fotográficos del nuevo conjunto de obras, y al comprobar que desde este futuro lugar, ya arrasado, desde esa arquitectura futurista, seguramente impecable en otro paisaje, aquí, sin transición, en unos 200 metros, accederemos al conjunto de palacios medievales nazaríes, a la ciudadela, a los jardines, de un lugar que nada tienen que ver con la Entrada, con el Atrio infausto que nos proponen. Y a pesar de todo he escuchado alguna versión de que hay una integración total, entre linealidad de lienzos y cubos de murallas, con los edificios propuestos, más propios de la Bauhaus, me parece.

Hasta aquí los argumentos estéticos de estilo e historia que humildemente he procurado asimilar, y que me hacen estar en posición de desacuerdo con el actual proyecto del Atrio, incluso de prudencia, oportunidad y necesidad de los que dudo. Y, aunque, según palabras del propio Siza, coautor principal del proyecto, “hoy, bajo el escrutinio público, sucede que el ejercicio de la arquitectura está muy convulso debido a la involución política y, por tanto, siempre se despierta cierta polémica”, creo que debemos abstraernos de tales cuestiones, discutir lo que haya que discutir, escuchar las distintas opiniones sin que sea necesario recurrir a la amenaza de judicializar el proceso de discusión, que debe existir y fomentarse, porque esta no es cuestión técnica o de dirección política sólo, sino, sobre todo, de los granadinos, de los que aquí vivimos cada día y tenemos como referente visual, emocional, y patrimonio, la Alhambra y sus alrededores..

De nuevo pido disculpas, ahora por la extensión de este medio cuento, de estas cuentas que son más propias del Gran Capitán. Pero no quiero terminar sin comparar este acto de audacia política y soberbia técnica, no quiero pensar que se me quede en la cabeza un nombre apropiado para esta Puerta, en contraposición a la preciosidad de la Justicia, como el de la Injusticia, o la de los Horrores.

Por Veguita de Graná

El Domingo 26 de abril de 2015

Actualizado el 26 de abril de 2015